Hoy queremos contaros la historia de Cristina Quiles, imagen de la campaña IMPLÍCATE, voluntaria deApoyo Positivo y miembro de su Junta Directiva, tal y como nos la ha contado a nosotros, tal y como la ha vivido, y también tal y como la hemos vivido nosotros. Cristina fue diagnosticada en 1996 y lleva diecisiete años viviendo y conviviendo con el VIH.
«Aprendes a convivir con el virus, aprendes a gestionar tu salud, como bien dice la campaña IMPLÍCATE», nos cuenta Cristina, mientras sonríe, como siempre. «Y para esto se necesita la implicación de médicos, instituciones, asociaciones y pacientes».
Y es que para Cristina no siempre fue así.
«Me dieron el diagnóstico el 15 de enero de 1996, dice Cristina, yo estaba en la cama de un hospital y pensaba que tenía neumonía, pero todo cambia cuando entra un médico, se sienta en tu cama y te dice que tienes VIH, que tienes que luchar y poner de tu parte; que tienes una enfermedad mortal y que sí las cosas no salían bien te quedan quince días de vida, como mucho, un mes».
Los primeros años fueron muy duros para Cristina, ya que en aquella época la esperanza de vida era corta, además de la gran carga del estigma social que suponía tener VIH.
«De repente te cambia la vida, continúa Cristina, a mí lo único que se me quedo en la mente era que me moría. Ves como el cuerpo se deteriora, que te tienes que tomar un montón de pastillas, que tienes todo el día el estómago y el cuerpo al reves. Los primeros tres años fueron los peores, tuve muchos problemas con la medicación, el 12 de Octubre se convirtió en mi segunda casa ya que estaba casi siempre ingresada. A partir de ese 15 de enero mi vida se volvió oscura, triste, no entendía porque el virus había entrado en mi vida, ni por qué, de repente, me convertí en un bicho raro; todo era miedo, algunas de mis amigas dejaron de serlo, mi familia lo pasaba mal por mí y te das cuenta que tu aspecto físico ha cambiado y que la sociedad te mira con otros ojos cuando dices que tienes VIH».
Pero Cristina fue ganando la batalla a la enfermedad gracias a sus médicos y asociaciones a las que acudió y que, en su caso, fue Apoyo Positivo.
«Y el pensar que ya no vas a tener una pareja, que ya no vas a poder tener hijos, y, lo peor, que ves el miedo en los demás. Y eso es muy duro, porque te mata por dentro y es muy duro. Yo solo salía de mi casa para ir al hospital, me daba pánico el ser juzgada por los demás, que sólo vieran de mí el virus, y eso pesa más que la propia enfermedad. En el 98 me dio un amago de infarto y estuve al borde de la muerte, pero me recuperé y lo superé. Después de cuatro años de batallas ganadas al VIH me hablaron de Apoyo Positivo y mi vida cambió, porque por fin me ayudaron a comprender y a saber llevar mi enfermedad y, lo más importante, gracias a las terapias y a convivir con personas VIH positivas te das cuenta de que la vida puede ser mucho más que un virus».
Cristina perdió un trabajo cuando su jefa se enteró de su enfermedad, un oculista no la quiso atender en su consulta, pero, hoy en día, aunque no puede hacerse un seguro de vida, y se sigue encontrando con gente intolerante en el camino, Cristina puede hablar de su calidad de vida a largo plazo, puesto que el VIH se ha convertido en una enfermedad crónica, y gracias a los avances en tratamientos, que ahora son más eficaces, y al cuidado coordinado entre diversos especialistas, le permite llevar una calidad de vida muy buena.
«Pero la pena, también dice Cristina, es que con todo lo que se ha avanzado en tratamientos, el estigma social sigue estando ahí. Se han dado grandes pasos, pero todavía hay que concienciar a la sociedad de que esto es una enfermedad crónica y que podemos convivir en sociedad».
Y gracias a estos avances, Cristina espera que en el año 2014 pueda ver cumplido su sueño de ser madre, porque hoy en día es posible tener un hijo estando en tratamiento sin poner en riesgo la salud del bebe, y esta es la mejor noticia que le han dado sus médicos.
«Es mi próximo reto y un deseo que quiero cumplir hace ya mucho tiempo, así que espero ser mamá y compartir con vosotros la buena noticia».
Lo que intenta la campaña IMPLÍCATE es implicar a todos, no solo a médicos, instituciones, asociaciones y pacientes, quiere implicar a toda la sociedad, y es por lo que Cristina decidió ser imagen de esta campaña y colaborar en ella, para que la sociedad se impliqué, que conozca lo que es el VIH desde la mirada de una persona que vive con él, y que trata de normalizar una enfermedad con un peso social asociado al estigma.
«Por eso me gusta dar la cara y ser visible en campañas como IMPLÍCATE, termina Cristina, porque es importante normalizar, y que los demás sepan que podemos llevar una vida normal y convivir en sociedad, que solo tenemos una enfermedad crónica. La campaña IMPLÍCATE nos permite darnos cuenta de que todos juntos podemos implicarnos, porque para nosotros, las personas VIHpositivas, es muy importante sentirnos acompañados».