Lipodistrofia, riñones e hígado comprometidos, dolor de cabeza, colesterol, nauseas, cáncer de pulmón, diabetes, colesterol, osteoporosis, toxicidad en la sangre, anemia…
Estos son algunos de los cambios físicos que se nos vienen a la cabeza cuando hablamos de VIH, pero la realidad es que pocos de ellos tienen nada que ver con el virus, la mayoría pertenecen a la lista de posibles efectos secundarios de los distintos tratamientos, pero…
¿Si estoy en tratamiento, voy a tener todos estos efectos secundarios?
La respuesta es clara, la mayoría de los citados anteriormente pertenecen a los primeros fármacos que se usaban para la lucha contra el VIH, conocidos como AZT. Desde el inicio de la pandemia en los años 80, este tipo de fármacos resultaron muy tóxicos y llevaban asociados un gran número de efectos secundarios la investigación farmacéutica para el control de la infección ha avanzado mucho y a día de hoy contamos con evidencia sobre la seguridad a largo plazo de la terapia antirretroviral y la disminución significativa de esos posibles efectos secundarios, junto con una alta efectividad para el control de la infección asociados a una esperanza de vida próxima a las de las personas que no tienen la infección.
¿Cómo puedo saber que efectos secundarios va a tener el tratamiento antirretroviral en mi?
Eso solo lo podrá saber tu médico tras realizarte algunas pruebas y conocer mejor tu historial clínico. Entre los factores que pueden afectar a la progresión de la infección del VIH y a los efectos adversos derivados de la misma, o de los fármacos usados para controlarla, podemos destacar:
Historial Genético
Por una parte, existen ciertos factores genéticos que pueden predisponer al organismo a un avance más rápido de la infección, y por otra parte, las patologías previas al diagnóstico pueden influir también en el desarrollo futuro de la misma; ciertas enfermedades o infecciones como la hepatitis C, tuberculosis u otras infecciones de transmisión genital, así como la predisposición genética para ciertas dolencias como la osteoporosis o cardiopatías podrían verse agravadas debido a una infección no tratada o a los efectos de los fármacos antirretrovirales (TAR).
Estilo de Vida
Un estilo de vida poco saludable, como el consumo de tóxicos, el sedentarismo, una dieta deficiente, el estrés y la falta de sueño, etc. van a jugar en tu contra, tengas o no VIH.
Momento del diagnóstico
Uno de los factores más importantes a tener en cuenta. Si el inicio de la infección y el inicio del tratamiento son próximos, en la mayoría de los casos, se reduce el avance de la infección y los efectos nocivos de la misma sobre el organismo, por el contrario, si la infección permanece sin tratar, avanzará de forma descontrolada pudiendo causar mayores daños sobre el organismo e incluso llegar a producir un deterioro grave del sistema inmunológico (SIDA) lo que deja a la persona expuesta a infecciones oportunistas o complicaciones de salud graves que, en algunos casos, son irreversibles.
¡HAZTE LA PRUEBA!
En Unfollow de Virus, te tenemos siempre al día de todos los avances en la lucha contra el VIH y en este vídeo te hablamos de los cambios físicos que se pueden producir en tu organismo debido a la medicación.
Estos no son los únicos cambios físicos que puedes sufrir, aquí te traemos algunos más. Repasemos, uno a uno, algunos de estos cambios físicos que pueden aparecer en tu organismo.
Erupción Cutánea
En las personas con VIH pueden aparecer erupciones cutáneas por varias razones:
-Efecto secundario directo de alguno de los medicamentos,
-Intoxicación del hígado
-Reacción producida por una infección aguda por el virus del VIH.
La erupción cutánea en una persona con VIH bajo tratamiento podría estar indicando una reacción de hipersensibilidad al mismo que irían acompañadas en la mayoría de los casos de otros síntomas como la dificultad para respirar, el vértigo o mareos.
Una reacción rara pero potencialmente mortal de hipersensibilidad a los medicamentos es el llamado Síndrome de Stevens-Johnsons (SJS). Los síntomas de este síndrome incluyen fiebre, síntomas similares a los de la gripe junto con la erupción cutánea y ampollas dolorosas que pueden llegar a extenderse por todo el cuerpo.
Alteraciones en la distribución de la grasa corporal
Uno de los síntomas más conocidos de la infección del VIH y que, aunque en la actualidad no sea frecuente, permanece en el imaginario colectivo es la Lipodistrofia.
La Lipodisfrofia es una alteración en la distribución de grasa corporal, pero esta redistribución puede suceder de dos formas:
- Lipohipertrofia: Aumento significativo de la acumulación de grasa. Esta se localiza en la zona abdominal, los senos, en la parte posterior del cuello y en los hombros, pudiendo llegar a parecer una pequeña joroba.
- Lipoatrofia: Reducción significativa de la acumulación de grasa. Suele darse sobre todo en la cara, los brazos, las piernas y las nalgas.
Por lo general se suele asociar este tipo de alteración a ciertos medicamentos contra el VIH, aunque este tipo de problemas solían aparecer con los tratamientos de primera generación (AZT) y cada vez son menos frecuentes con los tratamientos de última generación (TAR)
Los fármacos contra el VIH pueden presentar efectos secundarios distintos y estos suelen variar también en función de la persona; varias personas con un mismo tratamiento pueden presentar efectos secundarios distintos, o una de ellas puede presentar efectos secundarios mientras que la otra no.
Los fármacos antirretrovirales asociados con el aumento de la grasa corporal son los inhibidores de la proteasa, entre ellos el Efavirenz (compuesto de Atripla) o Raltegravir; mientras que los fármacos asociados con la disminución de la grasa corporal son los inhibidores de la transcriptasa inversa como Stavudine ( en 2009 la OMS desaconsejó su uso pero sigue usándose en algunos países en desarrollo) y Zidovudine.
A pesar de la posibilidad de que puedan aparecer estos efectos secundarios, por lo general, los beneficios del tratamiento antiretroviral supera con creces los efectos adversos que pudieran aparecer.
En algunos casos concretos, puede ser necesario cambiar el tratamiento antiretroviral debido a los efectos secundarios, pero esto siempre debe de decidirlo un médico especialista después de evaluar cada caso y asignar un nuevo tratamiento en función de las características y necesidades específicas de cada paciente. Bajo ningún concepto se recomienda reducir la dosis o dejar de tomar el tratamiento por la aparición de los efectos adversos por decisión propia.
Diabetes Tipo 2
Las personas con VIH tienen más probabilidad de padecer diabetes tipo 2 que las personas sin VIH. Esta probabilidad se ve incrementada en personas mayores de 45 años, con antecedentes familiares de diabetes y sobrepeso.
Hepatotoxicidad
Los medicamentos para la infección del VIH pueden tener efectos secundarios sobre el hígado.
Los síntomas típicos que pueden producir el daño del hígado incluyen ciertos cambios físicos como la erupción cutánea y la ictericia (piel y ojos amarillos).
También se incluyen otros síntomas como fatiga, náuseas, vómitos, orina de color oscuro, dolor de estómago…
La hepatotoxicidad puede ser uno de los efecto secundarios más típicos relacionados con la toma de medicación antirretroviral y es importante realizar un seguimiento médico correcto y conocer los síntomas para detectarlo rápidamente en caso de que se produzca y poder actuar en consecuencia.
Colesterol, presión arterial y corazón
Algunos medicamentos para el VIH pueden producir un incremento en los niveles de colesterol, lo que puede facilitar el desarrollo de una enfermedad cardíaca. Dicho incremente también está asociado con un mayor riesgo de presión arterial alta.
Tanto el colesterol alto como la elevada presión arterial pueden tener efectos negativos directos sobre el corazón, incrementando el riesgo de sufrir cardiopatías (algo a tener en cuenta especialmente si existe una predisposición genética o una problemática de corazón previa a la infección)
Hay que tener en cuenta que algunos medicamentos antirretrovirales pueden interactuar con los medicamentos usados para reducir las concentraciones de colesterol, otro aspecto sobre el que tendremos que consultar al especialista a la hora de seleccionar un tratamiento adecuado o de realizar un cambio de este.
Acidosis láctica
La acumulación de ácido láctico en la sangre es un efecto secundario de la medicación para el VIH. Aunque es poco común, se trata de un efecto secundario grave.
Algunas de las señales que podrían indicar que se está produciendo este efecto en nuestro organismo podría ser fatiga, nauseas o vómito, adelgazamiento, taquicardias, aceleración de la respiración, ictericia y debilidad.
La acidosis láctica es un problema serio que puede llegar a ser mortal.
Algunos inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de los nucleótidos (ITIN) pueden producir este efecto, aunque es más común de los tratamientos usados en el pasado, siendo los nuevos ITIN más seguros a este respecto.
Riñones
En lo referente a los riñones, tanto la hipertensión como la diabetes son factores de riesgo que pueden afectar a este órgano y aumentar las probabilidades de sufrir una enfermedad renal. Estas dos afecciones a su vez son más comunes en pacientes con VIH.
Otros factores que pueden afectar a esto sería tener una carga viral alta o unos valores bajos de linfocitos CD4; pero también el tener una infección por el virus de la hepatitis C.
Cuando la infección por VIH no está controlada esta puede extenderse y dañar las células renales produciendo un daño conocido como nefropatía asociada al VIH o NAIV.
Los antecedentes familiares, el consumo de sustancias tóxicas, una dieta pobre y una vida sedentaria pueden incrementar las posibilidades de padecer esta afección.
Pulmones
Un sistema inmune debilitado por el VIH es un factor de riesgo para contraer una infección de garganta o pulmonar como la tuberculosis o neumonía. Además, algunos estudios han encontrado que las personas con VIH tienen un mayor riesgo de sufrir hipertensión arterial pulmonar pudiendo esto tener una influencia directa en el desarrollo de patologías relacionadas con los pulmones.
Huesos
Uno de los problemas más comunes asociados al VIH es la pérdida de densidad ósea o la osteoporosis. Cuando se produce la pérdida de masa ósea, los huesos se debilitan aumentando así el riesgo de fracturación ósea y la posibilidad de sufrir una fractura en la cadera o la columna vertebral.
El riesgo de osteoporosis aumenta con la edad y también con algunos medicamentos antirretrovirales.
Otros factores a tener en cuenta es ser mujer de etnia caucásica o asiática y estar pasando o haber pasado la menopausia.
Una de las pocas formas de saber si se está sufriendo este tipo de deterioro es a través de una fractura, ya que no hay otros síntomas previos que puedan avisar del avance de este deterioro, solo a través de un examen de densidad de mineralización ósea, se puede detectar este problema.
Estos son los síntomas o efectos secundarios más frecuentes que pueden estar causados directamente por la infección del VIH o por alguno de los tratamientos usados para tratar la infección, pero esto solo representa una lista de posibilidades.
Los cambios físicos producidos por el tratamiento antirretroviral con cada vez menos ya que los medicamentos son más seguros y ofrecen menores posibilidades de aparición de efectos secundarios debido a la reducción en su toxicidad.
Siempre que experimentes un cambio físico o alguno de estos efectos secundarios aparezca, es muy importante que lo consultes con tu médico especialista para valorar si es conveniente un cambio de tratamiento, pero bajo ningún concepto dejes de tomar tu tratamiento por tu cuenta.
Afortunadamente, en la actualidad existe una gran variedad de combinaciones de medicamentos que pueden ayudar a controlar la infección del VIH y la posibilidad de realizar un cambio de este siempre que el especialista lo considere.
Una vida activa, realizar ejercicio de forma frecuente, ingerir una dieta sana y equilibrada, reducir o eliminar el uso de sustancias tóxicas como el tabaco, el alcohol u otras drogas; así como acudir de forma periódica a las revisiones médicas y tomar la medicación de forma regular ayudará a reducir la posibilidad de sufrir cualquiera de los cambios o síntomas que se han descrito anteriormente.