Querido ser humano:
Llevamos años de relación desde que me pusiste en tu vida. ¡Han sido infinitos momentos los que compartimos desde entonces!, y cada vez siento que nuestra relación es más estrecha, cercana, fuerte y consolidada.
Veo como mi presencia influye tus pasos, como mi aliento limita tus emociones y como mi recuerdo, incluso aunque no esté delante de ti de un modo evidente, te hace revolver hasta los fueros más internos de tu alma.
Ese soy yo. Siempre tímido pero presente. Hijo del prejuicio, la discriminación, el clasismo, el odio, el desconocimiento pero, sobre todo, del miedo.
Hemos hablado de cientos de cosas, reflexiones que te han tenido días sin poder pensar en nada más y que, no sólo tienen ese poder de influencia sobre ti, sino que acaban incluso condicionando a la gente que te rodea. Acaban cambiando quién eres y qué sientes.
Tu comportamiento hacia el resto.
Su comportamiento hacia ti.
He crecido con la identidad, con el deseo, con la raza, con el estilo de vida, con los hábitos de salud, con los sentimientos prohibidos, con la forma de vestir, con las ideas políticas, con la ruptura de la normatividad,…, con tantas vidas humanas, tantas lágrimas, tanto dolor, que ahora ya no sabes ni cómo vencerme.
Y a lo largo de esta aventura encontré en el VIH el arma perfecta para convertirme en tu media naranja para estar siempre a tu lado, seguir creciendo juntos y perpetuar la sociedad de clases, de buenos y malos, “de tú si, pero yo no soy así”.
Y tú, ser humano, tú has sido la víctima perfecta de mis persuasiones.
Cerca de la mitad de los españoles (concretamente, el 47%) cree que a las personas infectadas por el VIH no se les debería permitir trabajar en hospitales o residencias para la tercera edad y el 46% considera que no deberían poder trabajar como profesionales sanitarios.
Ahora dicen que hay que trabajar para separarnos, para librarte de mis prejuicios y desconocimientos y que puedas vivir la vida libre, sin dolor y miedos.
Pero no pienso dejarles el camino fácil, porque no sólo estoy en ti, querido ser humano, he sabido ser parte de todxs y cada uno de vosotrxs, y tendréis que poneros las pilas si realmente soñáis con esa sociedad de respeto, valores, humanidad, empatía y objetividad que decís que suponéis como seres.
Porque, de momento, LA BATALLA LA SIGUE GANANDO EL MENDA: EL ESTIGMA
Espero que en 2019 me pongas más difícil el no seguir siendo tu sombra.
Mientras tanto, yo seguiré dentro de personas que se ponen el lazo el 1 de diciembre, que van a galas y eventos sobre el VIH y de las que dicen eso de «yo tengo un amigo que…»
Siempre tuyo.