Kike tiene 64 años, nació en Alicante y fue diagnosticado de VIH, y hepatitis C (en aquel entonces llamada hepatitis no A no B), en el año 1986.
Junto al diagnóstico le dieron otra sentencia: 6 meses de vida, animándole a irse a Canarias, y pasar esos últimos días al sol de las islas.
Debería estar muerto, pero él representa esa generación de supervivientes que cargaron con todo el peso del estigma, con la ignorancia ante esa nueva pandemia mundial, y resistieron las embestidas de un virus que, en aquel momento, no tenía ninguna herramienta clínica que pudiera controlarlo.
Una generación que tuvo que salir de muchos armarios a la fuerza.
Kike, del armario de la sexualidad por maricón, entre maricones como yonqui, por su consumo de drogas, y para todes como sidoso, porque ya lo hablaba la gente a sus espaldas, antes de que él pudiera verbalizárlo con un whisky en la mano.
Desde aquel momento, el día en el que habló abiertamente de su infección por VIH, Kike comenzaba, de forma inconsciente, a andar un camino que ha sido inspiración y ayuda para muchas personas con el virus, y un ejemplo de activismo en nuestro país.
Pero todo ese camino es mejor que os lo cuente él de viva voz, a través del cortometraje documental, Premio Apoyo Positivo 2010, dirigido por Ayoze Cabrera, en el que pone ante todes las tiras de su piel. ¡NO OS PERDÁIS SU INCREÍBLE HISTORIA!
Desde esa obra audiovisual, la realidad de Kike ha cambiado radicalmente, entre otras cosas, porque ha podido curar su hepatitis, ya que los avances biomédicos han facilitado y mejorado el control de su VIH, pero también algo histórico: la cura de la hepatitis C.
Kike trabaja duro ahora en la Fundación 26Diciembre, en favor de los mayores LGTBIQ, además de su histórico activismo en COGAM, y colabora con muchas otras entidades como la nuestra.
Es por ello por lo que tenía que formar parte de nuestro QUILT en UNFOLLOWdeVIRUS, como pieza clave de la memoria del VIH y sida en España. En su retal de historia y resiliencia, Kike nos habla de qué supuso comunicar su diagnóstico de VIH en esos años 80, en medio del pánico y el rechazo.
Pero si Kike se ha abierto en canal para contra su vida, sus tiras de piel, su historia, es porque gracias a esa visibilidad él ha conseguido sentirse vivo. Cree firmemente en la ecuación visibilidad igual a vida.
Al contarlo da vida a realidades que muchas personas sufren, y silencian, al ser diversos, al no encajar en la norma social, como consecuencia de la violencia prematura que reciben por ser quienes son.
Ese mantra de visibilidad ha sido guía del activismo VIH a nivel internacional, y ya lo recogió Kofi Annan, secretario de ONUSIDA, con su mítica frase:
“El miedo al estigma conduce al silencio, y el silencio supone la muerte.”
Kike abraza ese pensamiento, pero le da un nuevo sentido, tras tantos años de activismo, priorizando el abordaje de la salud mental de las personas con VIH:
La historia de Kike es una herramienta de transformación social y nos sentimos muy orgulloses de darle espacio y voz en nuestro canal, pero, sobre todo, nos sentimos profundamente orgulloses de él. GRACIAS, querido Kike.
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