necesito una PAUSA

Como apunta Paul B. Preciado en su Testo Yonqui,  vivimos en un régimen farmacopornográfico, en el que, de una forma u otra, casi todas las personas acabamos siendo usuarias de sustancias, de drogas, legales o ilegales, que producen un aporte químico en nuestro organismo que desencadena una serie de procesos, sensaciones, consecuencias y posibles riesgos, bajo un marco social de presión pornográfica (no bajo el marco del hecho sexual humano), que determina, a su vez, las identidades, las relaciones eróticas, las estructuras de poder, etc., de una forma lacerante y violenta sobre quien realmente somos. Hasta la taza de café, o tazas, que nos tomamos por la mañana forman parte de ese circuito de sustancias que se entrelazan con nuestra sexualidad, en una batalla interna y externa por ser quienes somos, o bien quien nos dicen, u obligan, a ser. El capitalismo, y el neoliberalismo en su máximo exponente, beben de estas dos industrias de presión y control, la de las sustancias, legales e ilegales, y la del porno, desencadenando frecuentemente una relación, cada vez más, compleja entre el ser humano, su sexualidad y erótica, y el uso de drogas. Y aunque todo esto suene muy kafkiano, es tan reduccionista y simple como algunos de los mensajes políticos que lo representan y nos acompañan: «la libertad es, y está, ahí donde te puedes tomar una caña».

El uso de sustancias durante las prácticas sexuales no supone algo nuevo. En muchas de las relaciones eróticas que las personas realizamos están presentes las drogas, tanto legales como ilegales, a lo largo de nuestra existencia humana. Desde el alcohol, probablemente uno de los habituales compañeros de un polvo, hasta otras drogas ilegales como la cocaína, el speed, los porros, el popper, etc., sin olvidarnos de aquellas, también legales, para facilitar la erección, o las que se usan para la prevención de alguna infección de transmisión sexual o embarazo (PrEP, PEP, pastilla anticonceptiva, etc…).

Existen numerosos y diferentes tipos de uso sexualizado de drogas, al igual que existen numerosos usos de drogas para la socialización, y, entre los usos sexualizados de sustancias, el chemsex supone uno más.

Llamamos chemsex al uso sexualizado de drogas, preferentemente, entre hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres (HSH), en el contexto de la cultura sexual y de ocio gay, en el que se consumen sustancias especificas como la mefedrona, la metanfetamina o el GHB (junto a otro tipo de drogas que pueden ser: alcohol, poppers, viagra, coca…) que prolongan la práctica sexual durante horas, o días y facilitan determinadas prácticas eróticas con su uso. El vínculo clave con la cultura sexual y de ocio gay hace que esté directamente conectado con el uso de aplicaciones de contacto y también relacionado con los festivales, clubes de sexo, etc., del entorno gay, aunque su práctica se desarrolla preferentemente en otros formatos, como las sesiones, o conocidos chills (guarri chills), y también en solitario (en soledad, algo muy conectado con este fenómeno), con esa falsa conexión con las apps o a través de webcams.

Desde Apoyo Positivo llevamos muchos años abordando, y hablando del chemsex, para prevenir sus complicaciones y riesgos y para ayudar a aquellas personas que han pasado a tener un uso problemático de estas sustancias y sus prácticas sexuales. Hay que insistir en que un uso lúdico del chemsex puede ser no problemático, y que la persona disfrute de sus practicas sexuales y del consumo, sin abuso de sustancias, y trabajando la reducción del riesgo, pero en muchos casos, especialmente en el contexto de comunidades vulneradas de forma histórica y constante por sus identidades, orientaciones, prácticas y modelos de vida, este uso se torna en problemático dejando de disfrutar del sexo sobrio, desarrollando problemas relacionales, laborales, de salud mental graves o cualquier situación que le imposibilite una buena calidad de vida.

Según los estudios, el perfil medio de persona que practica chemsex sería el siguiente: hombre cisexual, homosexual, entre 25-45, años, nacido en España, con estudios universitarios y sin pareja estable. (Fuente: Estudio Aproximación al Chemsex en España 2016 / 2021, Apoyo Positivo e Imagina más)

Fuera de este perfil medio, hay otras personas más jóvenes, mayores, orientaciones e identidades diversas, y nacionalidades diferentes.

La situación, especialmente grave en grandes ciudades, y las consecuencias que está ocasionando ese uso problemático, muestran una realidad compleja, y más frecuente de lo que las instituciones pensaban, que debemos abordar con urgencia, antes de que suponga una mayor crisis de salud pública, y especialmente mental y social para las personas afectadas, como otras que sucedieron en el pasado con la heroína, o algunas más recientes que se están dando en otros países, como la del fentanilo en EEUU. Según datos del Ayuntamiento y Comunidad de Madrid el número de usuarios que han solicitado ayuda en servicios públicos de la red de drogas de la ciudad por chemsex ha aumentado más de un 602% entre 2017 y 2021.

En esa respuesta al chemsex llevamos muchos años entidades comunitarias especializadas, como es nuestro caso, cuando en 2015 desarrollamos el programa SEXO, DROGAS Y TÚ (Premio Innovación Clínica 2017 por la Sociedad Española de Psiquiatría, avalado por la Sociedad de Patología Dual y tercer premio de los Jovell 2019) que hoy en día es un referente de respuesta nacional e internacional, y en el que atendemos una media de 1.000 personas anualmente entre el área integral de atención al chemsex y el programa de reducción de riesgos y daños.

Pero debido a la presión comunitaria ante la gravedad de las consecuencias de ese uso problemático, la administración también ha comenzado a tomar medidas para dar respuesta a la situación y ayudar a las personas afectadas. Es importante también recordar aquí que una persona que sufre una adición es una persona enferma, y que el abordaje como tal y la importancia del buen trato sin criminalización ni estigma son pilares fundamentales para poder ayudar en su salud integral, biopsicosocial, a las personas afectadas.

Urge una voluntad política para abordar todo lo que hay detrás de la salud mental y la violencias hacia nuestras realidades queer para poder abordar, junto a la comunidad, todo lo que este fenómeno está ocasionando en miles de vidas.

El impacto de esas violencias en nuestra salud mental se refleja muy bien en el artículo recientemente publicado por nuestro equipo en la Revista Substance Use & Misuse (Volumen 58.2023): «Comprender el apego, la regulación emocional y la adversidad infantil y su relación con el chemsex», que podéis consultar en inglés (ya os contaremos y traduciremos pronto el contenido).

A finales del 2020, Madrid Salud (Ayuntamiento de Madrid) puso en marcha el programa Pausa.

Este programa surge con el objetivo de complementar el programa de atención a personas con prácticas de chemsex, que ya existe en los Centros de Atención a las Adicciones del Ayuntamiento, con una metodología basada en estrategias de atención en proximidad (acercamiento, online y presencial) a usuarios de chemsex para ofrecerles atención y asesoramiento profesional, intervenciones de reducción de riesgos y derivaciones a servicios especializados, comunitarios y públicos, si es preciso.

Si vives en la ciudad de Madrid y tienes dudas sobre tus prácticas eróticas y el uso que haces de drogas en ellas, si sientes que las cosas no van bien, que está complicando demasiadas cosas en tu vida, puedes acudir al contacto de este programa, o a algunos de sus perfiles en redes sociales (Instagram y ahora ¡su nuevo X /ex-twitter-/) y consultar cualquier cosa. El equipo de Pausa te orientará e informará y valorará contigo qué ayuda de los recursos disponibles puedes necesitar.

Y, por supuesto, entre esas ayudas siempre estará Apoyo Positivo. No dudes en contactarnos si necesitas hablar de ello o que te ayudemos.

Mientras tanto, la propia comunidad queer, gay, y, sobre todo, los medios de comunicación, que cada vez se hacen más eco de esta situación recurriendo a tintes bastante amarillistas y alejados de ese marco de abordaje necesario para el chemsex, tenemos una responsabilidad en esta problemática común, especialmente para evitar la estigmatización y el aumento del impacto emociomal que supone el chemsex en la persona:

Muchas personas tenemos a alguien muy cercano en esta situación, o estamos pasando por ella en estos momentos.

No importa el porqué, importa que podemos revertir este problema, trabajar nuestras emociones a nivel individual, tejer redes en lo colectivo, evitar la soledad y el desapego emocional, que nos lleva matando en silencio años, y tener una calidad de vida que no pase por vivir estas situaciones y este sufrimiento.

Nuestra diversidad merece estar acompañada de alegría y bienestar.

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