¿Son feministas los Objetivos para el Desarrollo Sostenible?

¿Son feministas los Objetivos para el Desarrollo Sostenible?

Apoyo Positivo es más que una ONG dirigida a la lucha contra el VIH/Sida.

El VIH/Sida es la punta de un iceberg que aglutina cuestiones sociales como el género, el racismo, la desigualdad económica, la política, etc. Cualquier intervención dirigida a la prevención del VIH, que no se dirija también a fortalecer los derechos sexuales y reproductivos, resulta estéril. Por esto, acudimos a las jornadas La salud y los derechos sexuales y reproductivos en la Agenda 2030: ¿Dónde estamos?, organizadas recientemente por la Federación Planificación Familiar Estatal (FPFE), y en las que participaron Catarina Carvalho (IPPF-Ginebra), Filomena Ruggiero y Guillermo González Antón (presidente FPFE), Almudena Rodríguez (Internacional Associació de Planificació Familiar de Catalunya).

En el post de hoy y en el de la semana próxima, os resumimos sus puntos clave, en cuantos a objetivos y metas, y cuál es la situación de España respecto a ellos.

¿Cuál es el contexto para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)?

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible incluyen 169 metas para instar, de manera voluntaria, a los países a que tomen medidas, de cara a que en 2030 pueda haber indicadores de progreso sostenible e incremento de la igualdad y libertad.

El Congreso de los Diputados de España dotó el 12 de diciembre de 2017 una Proposición no de Ley, acordada con el respaldo de la totalidad de las fuerzas políticas, en la que se insta a elaborar, aprobar y poner en marchar, en colaboración con las Comunidades Autónomas, la sociedad civil y las ONG, una Estrategia de Desarrollo Sostenible para implementar en España la Agenda de Desarrollo 2030.

Parte de estas metas incluyen cuestiones de género y de derechos sexuales y reproductivos (DSyR).

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible necesitan al feminismo

Las metas de la Agenda 2030 están relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos ya que éstos nos inciden de manera transversal.

Ahora bien, muchos Objetivos de Desarrollo no reconocen explícitamente los derechos de las mujeres y los derechos sexuales y reproductivos:

No se puede entender la crisis medioambiental, Objetivo de Desarrollo Sostenible número 3 (ODS13), sin hablar de violencia de género, tal y como se aprecia en Latinoamérica donde los líderes del activismo medioambiental son mujeres, muchas de las cuales están siendo asesinadas, ya que garantizar una vida sana y promover el bienestar para todas y todos en todas las edades forma parte de este objetivo.

Esto significa, entre otros retos:

  1. Garantizar la autonomía de las mujeres, para tomar sus propias decisiones en lo que corresponda a su sexualidad y reproducción.
  2. Atacar el sistema patriarcal, que sitúa a las mujeres en posiciones de subordinación y opresión de tal manera que les construye límites para su propia salud.
  3. Ofrecer una visión alternativa la medicina tradicional, de una mirada tan androcéntrica que invisibiliza la salud de las mujeres en cuanto a tales: mujeres con sus cuerpos, sus ciclos, sus necesidades, sus estrategias de prevención.
    No se puede consentir una medicina que homogeneice a las personas, con trabajos de investigación donde no se incluya por igual a mujeres y hombres (el 70% de los estudios sobre enfermedades cardiovasculares sólo incluye a hombres), o donde no se tengan en cuenta las diferentes discriminaciones resultantes de las múltiples identidades. Hay que entender los derechos desde el reconocimiento de que las mujeres tienen el derecho a controlar y gozar su propia sexualidad y su propio cuerpos.
  4. La violencia patriarcal no sólo resta salud a las mujeres, sino también su vida. Recordemos que la violencia machista es una de las mayores causas de mortalidad de las mujeres entre 15-49 años del mundo.

El trabajo decente y crecimiento económico (ODS8) no pueden alcanzarse de verdad, más allá de datos macroeconómicos que puede que no se perciban más allá de un informe y los bolsillos de los dirigentes, sin hablar de la crisis del cuidado y de la división sexual del trabajo.

Los ODS no abordan la necesidad de reducir o redistribuir el cuidado no remunerado. El hecho de confiar plenamente en el crecimiento económico como vía para lograr el desarrollo debe plantear serias dudas desde el feminismo.

Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida es el ODS4. Este objetivo se ha marcado sin una crítica a la escuela como espacio de transmisión del sexismo y androcentrismo del sistema patriarcal. Los libros de texto y el currículo escolar están marcados por un sesgo de género, donde las aportaciones o los retos de las mujeres no se visibilizan. Además, en las escuelas también se ejercitan las violencias machistas, lo que impide a las niñas un aprendizaje seguro, cómodo y equitativo.

El ODS10 es Reducir la desigualdad en y entre los países, pero ¿cómo llegar a ello si no ha habido un replanteamiento del sistema capitalista, heteropatriarcal y dependiente, entre otras cuestiones, de la expropiación de los cuerpos de las mujeres a través de la división sexual del trabajo. Las políticas neoliberales de austeridad y privatización de los servicios públicos impactan en todos, pero de manera más cruenta en las mujeres.

Y la construcción de ciudades y comunidades sostenibles (ODS11), requiere hacer frente a la violencia sexual que enfrentan las mujeres en el espacio público.

Recordemos que, en u  ámbito mundial, las mujeres ganan un 24% menos que los hombres y ocupan los puestos de trabajo más vulnerables. En los países en desarrollo, el 75% de los empleos de las mujeres corresponden al sector no formal o sin protección, lo que hace que no tengan derecho legal a recibir un salario mínimo.

En resumen, no hay vínculo entre ODS y los DSyR, ¿cómo hablar entonces de progreso sostenible?

En el post de la semana que viene abordaremos cómo es el cumplimiento de estos objetivos en España, y os hablaremos de las metas más destacables y en qué estamos fallando en nuestro país.