¿LLEGARÉ A MAYOR?: FRAGILIDAD, ENVEJECIMIENTO Y VIH

El envejecimiento es un proceso complejo al que todos nos vemos sometidos, pero envejecer con VIH conlleva una serie de aspectos que van más allá de lo que es ganar años y experiencias cuando no se tiene VIH.

Los avances en el tratamiento antirretroviral en estos años han permitido que las personas con VIH tengan una esperanza de vida similar a la de la población general, pero con unos retos algo diferentes a los que prestar atención.

Hay que entender, para empezar, que el envejecimiento es parte de la vida y que los cambios que ocurren en el cuerpo con el paso del tiempo nunca pueden suponer, por sí solos, un proceso negativo o una enfermedad aunque se asocien, con frecuencia, a problemas de salud. Además, para las personas con VIH la posibilidad de envejecer se entiende obviamente como un éxito conseguido gracias al tratamiento antirretroviral y al control del virus.

Pero no podemos quedarnos ahí, el objetivo hoy en día no es solo envejecer, sino hacerlo con salud.

Hoy en España algo más de la mitad de las personas con VIH tienen más de 50 años, y para el 2030 se estima que el 70% de éstas pueda superar esta edad (con un 40% de más de 65 años).

Y es esta edad, los 50, la que es considerada como el punto a partir del cual se define al “adulto mayor con infección por el VIH”.

Pero, ¿por qué a partir de esa edad?

En 1998, los Centros de Control de Enfermedades de Atlanta (CDC) publicaron por primera vez una revisión sobre la infección por el VIH en pacientes que se hallaban en la década de los 50 años, adoptándose a partir de entonces esta edad como punto de corte de las investigaciones realizadas en adultos mayores con el VIH, a pesar de que en ese momento no existía suficiente evidencia científica que lo sustentara. Desde entonces, diversos estudios han demostrado que la respuesta inmunológica al TAR es menor y más lenta en adultos a partir de los 50 años de edad independientemente de que se alcance una respuesta virológica. Esta discordancia entre las respuestas virológica e inmunológica es más acusada a mayor edad cronológica.

Además de lo anterior, cada vez existe mayor evidencia científica que sugiere que la población con el VIH experimenta precozmente cambios inmunológicos similares a los que provoca el envejecimiento en la población general. (Documento de consenso sobre envejecimiento en las personas con infección por el virus de la inmunodeficiencia humana. Actualización 2021. Plan Nacional del Sida, SEGG y GEAM)

Envejecer para las personas con VIH supone acumular más problemas de salud, más medicación y más fragilidad que sus compañeros sin VIH.

Esto lo sabemos al comparar los grupos de pacientes con VIH con otras personas sin el virus de la población general: en esas comparaciones se ve que quien tiene VIH tiene una mayor probabilidad de sumar enfermedades cardiovasculares, renales, pulmonares… en resumen, más pluripatología. 

Esto se puede explicar por la mayor frecuencia de factores de riesgo (importantísimo el alcohol, el tabaco y las drogas) en las personas con VIH, pero no es así de sencillo y, hoy en día, este fenómeno se entiende como un envejecimiento acelerado o exagerado resultante de la interacción del organismo con el virus, con los tratamientos y con el ambiente. 

Sabemos que el VIH y sus tratamientos más antiguos se han asociado con fenómenos de toxicidad mitocondrial y metabólica, con lipodistrofia y con muchas otras enfermedades… y esto, a la larga, ha colaborado en que el organismo envejezca. Pero además, hoy sabemos que las personas con VIH presentan una inflamación en su organismo superior a la de las personas sin VIH, incluso cuando el virus es indetectable con el tratamiento antirretroviral moderno, que no se considera tóxico. 

Esta inflamación podría estar relacionada con la microbiota intestinal y su capacidad para producir proteínas inflamatorias que entran en el organismo provocando una inflamación sistémica relacionada con el envejecimiento estrechamente en lo que se conoce como “inflamaging” (en términos anglosajones, de “inflamation” + “aging” – envejecimiento). Esta inflamación residual que queda, a pesar de la toma del TAR, no puede corregirse con los tratamientos actuales, y es un campo de investigación muy potente y prometedor.

Otro fenómeno que se observa en las personas que envejecen con o sin VIH es la inmunosenescencia, la cual se puede entender como el proceso de envejecer del sistema inmune. Esta no se da solamente en las personas con VIH, pero en el VIH se da con más frecuencia y a una edad más temprana.

No sorprende que el sistema inmune funcione peor por el VIH, lo interesante (por lo negativo) es que en las personas de mayor edad este mal funcionamiento puede persistir a pesar de controlar el virus con el tratamiento. La inmunosenescencia podría explicar, en parte, por qué las personas con VIH padecen tumores no asociados a VIH/sida con más frecuencia que las personas sin VIH. 

En conjunto, el envejecimiento acelerado/exagerado, la inflamación y la inmunosenescencia junto con las comorbilidades explican que las personas con VIH sean más frágiles que las personas sin VIH.

La fragilidad es el riesgo de desarrollar secuelas ante problemas de salud o situaciones adversas, y refleja una menor capacidad de respuesta del organismo frente a los factores estresantes, físicos y psíquicos, del día a día.

¿Podemos elegir no envejecer? Las personas con VIH no se libran de esto.

Para bien o para mal, las personas con VIH envejecen, aunque sea de forma diferente. Lo que podemos elegir es cómo envejeceremos. Para ello debemos establecer un plan de cuidados, de prevención de la enfermedad y de promoción de la salud. ¿Cómo? Manteniendo una dieta variada y saludable, realizando actividad física y mental de forma programada y evitando el consumo de drogas (alcohol y tabaco, es clave). Igualmente, debemos cuidar nuestra salud social, asegurándonos de enriquecer nuestras relaciones interpersonales y de ocupar nuestro tiempo con más tiempo en junto a otras personas. Con esto y las revisiones periódicas que nuestros médicos/enfermeras nos ofrecen podemos garantizar que nuestro envejecimiento sea más rico en salud, con más calidad y con mejores momentos.

TAKE HOME MESSAGES

  • Para las personas con VIH, la posibilidad de envejecer se entiende como un éxito conseguido gracias al tratamiento antirretroviral y al control del virus… pero no podemos quedarnos ahí, el objetivo hoy en día no es solo envejecer, sino hacerlo con salud.
  • Hoy en España algo más de la mitad de las personas con VIH tienen más de 50 años, y para el 2030 se estima el 70% de éstas pueda superar esta edad (con un 40% de más de 65 años)
  • Hoy sabemos que las personas con VIH presentan una inflamación en su organismo superior a la de las personas sin VIH, incluso cuando el VIH está indetectable con el tratamiento antirretroviral moderno que no se consideran tóxico. La inflamación sistémica relacionada con el envejecimiento estrechamente en lo que se conoce como “inflamaging” (del inglés: “inflamation” y “aging”).
  • El envejecimiento acelerado o exagerado, la inflamación y la inmunosenescencia junto con las comorbilidades explican que las personas con VIH sean más frágiles que las personas sin VIH.
  • ¿Podemos elegir no envejecer? Debemos establecer un plan de cuidados, de prevención de la enfermedad y de promoción de la salud: la dieta, el ejercicio, evitar el tabaco y el alcohol, y enriquecer nuestra vida social permitirá que envejezcamos con calidad y salud.

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