¿Se puede considerar como «menos grave» una violencia sexual?

El 19 de junio es el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos, proclamado así por la Asamblea General de las Naciones Unidas desde 2015 para concienciar sobre la necesidad de poner fin a este problema, honrar a las víctimas y supervivientes y rendir homenaje a las personas que han dedicado su vida a la lucha por la erradicación de la violencia sexual.

La ONU define la «violencia sexual relacionada con los conflictos» como: “las violaciones, la esclavitud sexual, la prostitución forzada, los embarazos forzados, la esterilización forzada y cualquier otro acto de grave violencia sexual contra mujeres, hombres o niños que tienen una vinculación directa o indirecta con un conflicto” y se condena la violencia sexual como táctica de guerra, terrorismo y un impedimento para la consolidación de la paz.

Aunque este día esté dedicado a la violencia sexual “grave” relacionada con los conflictos y sin intención de restarle importancia, nos gustaría hablar de la violencia sexual que queda fuera de esta definición, la no considerada “grave” y lo hacemos junto a Irene Martín Nacarino, psicóloga y una de nuestras colaboradoras en Apoyo Positivo, desde nuestra y, sobre todo, su experiencia personal y profesional. Dejar escapar el análisis de estas violencias es un error, ya que por su carácter menos visible están más relacionadas con las prácticas cotidianas y por tanto resultan más complicadas de erradicar.

En este sentido la ONU define la violencia sexual como “todo acto sexual realizado contra la voluntad de otra persona, lo que incluye cuando una persona no da su consentimiento o cuando el consentimiento no se puede dar porque la persona es un niño o una niña, tiene una discapacidad mental, o está demasiado ebria o inconsciente como resultado del consumo de alcohol o drogas”, considerando dentro de estas prácticas el acoso sexual, con y sin contacto físico, y la violación. La definición de la OMS amplía la definición al incluir un factor fundamental que es la coacción (intimidación psicológica, extorsión, amenazas) como medio para utilizar la sexualidad de otra persona.

Ahora bien, aunque estas violencias sexuales sean consideradas “menos graves” por su carácter menos explícito, o su menor impacto visible y / o físico ¿acaso no suponen uno de los mayores motivos de terror de las mujeres?, ¿no controla este miedo las formas de relacionarse, vestirse y moverse de las mujeres?, ¿no son también formas de ejercicio de poder cotidiano?, ¿no es un impedimento para la consolidación de la paz y para la equidad entre hombres y mujeres? Entonces, ¿por qué no se consideran graves?

Veamos algunos datos.

La Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2019 expone que más de 2,8 millones de mujeres de 16 o más años residentes en España (el 13,7%) han sufrido violencia sexual a lo largo de su vida. En el 99,6 % de los casos, la violencia fue cometida por un hombre, de los cuales el 21,6% eran familiares, el 49% un amigo o conocido y el 39,1% un desconocido. Afirmando también que esta violencia no ha sido una situación de violencia aislada, sino que en el 49,6% de los casos se ha dado en más de una ocasión. De todas estas mujeres, solo el 8% han denunciado formalmente, y de entre los motivos para no denunciar se encuentra la vergüenza, no concederle importancia, temor a no ser creída, “ser una niña” o “no se hablaba de eso”.

Ante este número tan ínfimo de denuncias formales, el objetivo no es aquí interpelar a las mujeres para que se atrevan a denunciar, ni mucho menos, eso les cargaría de responsabilidad a ellas y sería poco ético e injusto. Sin embargo, si hace falta preguntarse qué está fallando para que ir a denunciar no sea una opción en un 92% de los casos.

Yo soy una mujer que, como muchas otras, he vivido violencia sexual en repetidas ocasiones a lo largo de mi vida y me siento identificada con todos y cada uno de los motivos que recoge la encuesta, no solo por los que no denuncié, sino también por los que tardé mucho tiempo en tomar conciencia y contar a mi entorno lo sucedido.

El temor a no ser creída, no concederle importancia y la vergüenza son consecuencias directas de la naturalización de la violencia sexual cotidiana y del estigma que acompaña. En mi caso, a pesar de ser creída y apoyada por mi entorno, hablar de ello implicaba una consecución de miradas de lástima y compasión insoportables, silencios incómodos y una expectativa generalizada sobre cómo debía sentirme después. Es decir, mi entorno esperaba de mí que estuviese triste, muy triste, pero no que estuviera enfadada, tampoco esperaban que me recuperarse pronto, ni que usase el humor como herramienta de sanación. El estigma y el imaginario social que se tiene sobre cómo debe recuperarse emocionalmente una víctima es enorme, y está presente no solo en medios de comunicación, también en profesionales como psicólogos y trabajadores sociales que atienden directamente a víctimas de violencia sexual. El estigma de “haber sido violada” no ayuda en absoluto a que las mujeres denuncien formal o informalmente, es más grave de lo que aparenta y no se habla tanto de ello como se debería. Y como he dicho antes invisible = peligroso.

Por otro lado, “ser una niña” y “no se hablaba de eso” hacen referencia a la falta de concienciación, en general, pero sobre todo en la infancia. En este sentido, España tiene una gran tarea pendiente en cuanto a la educación en sexualidad integral, ya sea en adultos como en niñes y adolescentes, a través de la escuela o de campañas de concienciación en los medios audiovisuales y de comunicación. Una educación sexual que informe para saber identificar, no solo cuando me están violentando, sino también cuando estoy siendo violento con otra persona. El respeto al cuerpo ajeno, sobre todo al de las mujeres, es una virtud de la que carece nuestra sociedad. Nos hemos criado viendo series y películas en las que el “no” de las mujeres no era válido y el “insistir” de los hombres era premiado, romantizando estas situaciones y tomándolas como un juego. Se culpa en exceso a la pornografía por mostrar escenas explícitas de violencia sexual, pero se es más benevolente con las violencias más sutiles de las comedias románticas y, como vengo defendiendo, esto también es cultura de la violación y también merece el título de “violencia sexual grave”.

 

Tal vez si los medios audiovisuales y de comunicación y los responsables de la publicidad de concienciación de las políticas públicas no los manejasen los de siempre, podría empezar a ponerse el foco en estas cuestiones. Defiendo que interpelar más a menudo a los agresores, mostrar en series y películas prácticas sexuales responsables y de respeto, naturalizar el parar cuando una persona está incómoda, estar atento a las señales, hacer acuerdos previos sobre prácticas sexuales deseadas y no deseadas, etc., pueden ser estrategias eficaces para la eliminación de la violencia sexual.”

Todo conflicto genera otras violencias, entre ellas las sexuales. Los cuerpos y su abuso y explotación van ligados a muchos de los factores que generan los conflictos, principalmente a uno: el patriarcado. Un sistema de opresión, de violencia hacia lo diferente, hacia lo femenino que debe ser visibilizado y erradicado a través de la educación y medidas legislativas para que deje de condicionar el pensamiento de muchas personas y la consecuente violencia sexual que ejercen. 

En Apoyo Positivo todos nuestros programas están enfocados en poder atender de forma específica cualquier agresión hacía la salud sexual y reproductiva de les usuaries, desde una intervención multidisciplinar contando con asesoramiento psicológico, sexual, social y jurídico.

Por lo que se si has sido víctima de cualquier tipo de violencia sexual de género o intragénero , en cualquier tipo de contexto  (pareja, sesiones chemsex , trabajo sexual ,etc.) ,puedes contactar con nosotres para que  podamos asesorarte y acompañarte desde los diferentes recursos y servicios que tenemos.

En MADRID: CASA Lavapies , CASA Manuel Becerra, CASA Begoña 

Asesoramiento psicológico: psicosocial@apoyopositivo.org 

Asesoramiento social y jurídico: diversidad@apoyopositivo.org 

Asesoramiento sexual:  mediadorCASA@apoyopositivo.org

 

En MALAGA : CASA TORREMOLINOS 

Asesoramiento psicológico y sexual : mediadormalaga@apoyopositivo.org

Asesoramiento social y jurídico:  paresmalaga@apoyopositivo.org

 

O contactar  con el Centro de atención inmediata en casos de violencia sexual , acompañamiento y asesoramiento a mujeres : Centro de crisis 24 horas para la atención a mujeres víctimas de violencia sexual (Teléfono gratuito: 900 86 99 47)

Materiales recomendados:

Manual “Noches seguras para todas” de la Federación Mujeres Jóvenes (https://mujeresjovenes.org/wp-content/uploads/2020/10/ManualdeSensibilizacion_NochesSegurasParaTodas.pdf)

Libro “Teoría King Kong” de Virginie Despentes

Película “Promising Young Woman” de Emerald Fennell

Serie de televisión “I may destroy you” de Michaela Coel