CEBOLLAS, PREMIO DEL PÚBLICO DEL CONCURSO DE INDETECTABLES

Como os contábamos la pasada semana, este mes de mayo, la Unión Europea junto al Charter de Diversidad celebran en todo el continente el Mes Europeo de la Diversidad, una fecha e iniciativa que quiere sensibilizar sobre la importancia de la diversidad y de la inclusión en nuestros lugares de trabajo y en la sociedad en toda la Unión Europea.

Es por ello que este mes queremos visibilizar la diversidad desde diferentes espacios, grupos y realidades de nuestro trabajo y día a día, y hoy, en la nueva entrada de nuestro blog, os traemos, por ello, uno de nuestros proyectos más diversos, a través de una entrevista muy especial a CEBOLLAS, cortometraje ganador del premio del público en el concurso de nuestra serie INDETECTABLES.

INDETECTABLES es la primera serie de ficción online, sobre la salud sexual y la diversidad en España, iniciada en 2016 por nuestra entidad.

Una vuelta de tuerca a las campañas de prevención y sensibilización sobre salud sexual, el VIH, el colectivo LGTBIQ y el feminismo, en definitiva, sobre la diversidad, y todos sus primas,, que rompe tabúes sociales desarrollando un material único, por las características de sus historias y desde dónde son percibidas, trabajadas y producidas, con un equipo multidisciplinar de la ONG, artistas y un equipo creativo que desarrolla cada proceso y elemento de toda la serie y los capítulos de sus cinco temporadas.

Nuestro principal objetivo es contar, en ficción, las numerosas historias hemos vivido desde Apoyo Positivo, en nuestros casi 28 años de vida como recurso comunitario de innovación social, y dar una oportunidad, a la diversidad, para hablar desde sus bases, sus formatos, sus realidades, humor y emociones.

A través de CEBOLLAS, tuvimos la oportunidad de ver a nuestros INDETECTABLES, y la diversidad, desde una nueva perspectiva: la de nuestros mayores.

Una etapa de la vida en la que parece que nuestras realidades, y los derechos sexuales y reproductivos desaparecen, especialmente en las personas más diversas a la norma.

Este mes de DIVERSIDAD tenemos más sorpresas preparadas con nuestra serie que os contamos muy pronto. De momento, este adelanto de manos de CEBOLLAS.

Charlamos con Antonio Garcia, director y guionista de «Cebollas», cortometraje ganador del premio del público  del concurso de la webserie INDETECTABLES.

El cortometraje utiliza como escenario el medio rural y cuenta la historia de Faustino, un hombre que padece alzhéimer y tiene la obsesión de ir a regar unas cebollas. En el paseo de la tarde su cuidadora lo deja junto a otra persona también mayor, Juan, quién no le impedirá que vaya a la parcela donde tenía sus cultivos, cuando llega allí descubrimos la relación que existe entre ellos y cómo el tiempo, la enfermedad y la mentalidad de la época les ha afectado.

¿Cómo surge la idea del cortometraje?

Nosotros somos una asociación de teatro que estamos ubicados en el medio rural, entonces teníamos muy claro que el medio rural fuera el escenario elegido porque percibimos que en la webserie INDETECTABLES hay mucho entorno urbano, hay mucha gente joven, gente de menos de cincuenta años entre los protagonistas. Entonces creíamos que el medio rural y las personas mayores, que además han sido uno de los colectivos más golpeados durante esta pandemia de la COVID-19, tenían que ser protagonistas y aparecer en el corto. De ahí surge la idea primigenia.

¿Surge entonces como obra para presentar al certamen o ya teníais en mente esta historia?

El cortometraje se escribe ex profeso para participar en este concurso, porque además de que acota un poco la temática, también pensamos en el alzhéimer como un deterioro cognitivo y entonces lo acotamos con estas premisas que queríamos tratar, que era el medio rural y las personas mayores. Nos pareció que el alzhéimer podía encajar en este sentido y también con una historia LGBTIQ+, una historia que pudo pasar y debió pasar seguro en muchos casos en los pueblos, pero que quedaron escondidas y sepultadas por años, por la sociedad del momento.

Precisamente a raíz del alzhéimer se mezclan el recuerdo con sus ensoñaciones, ¿cómo mezclasteis estos dos momentos?

Nos parece entrañable, en el alzhéimer, que es una enfermedad devastadora, pero que en unos estados iniciales se producen procesos, podríamos decir entre comillas entrañables, que la persona cree que está en el pasado, lo cree fervientemente. Para estás personas es como cuando tenían veinte años… todos los que hemos conocido un caso cercano sabemos que esto es así. Entonces esa situación también la queríamos plasmar porque al final para ellos es la realidad, una realidad en la que tienen veinte años en ese momento, y como esta enfermedad que es tan mala y que genera tanta negatividad, nos pareció entrañable terminar con ese momento de creer que, y también con ese sentimiento del amor, que a pesar de la enfermedad y de los años, y de todo, todavía quedaba viva esa situación en su cabeza, esa situación traumática en el pasado, pero que él la vivía como si fuera en el presente; y jugábamos un poquito con ese flashback, con ese recuerdo. Nos parecía interesante mostrarlo y plasmarlo así en el cortometraje.

Formáis un grupo de teatro, ¿cómo fue la elección de los actores?

Nosotros somos una asociación de teatro amateur que actuamos en la provincia de Cuenca, que lo hacemos todo de forma altruista, que actuamos a beneficio de asociaciones, de colectivos de exclusión social que van saliendo por aquí, nadie cobra un duro por hacer esto. Con esto de la pandemia nuestra actividad decae, porque además nosotros lo decidimos así, porque en muchos casos son gente mayor y hay riesgo, y puesto que no es una actividad imprescindible somos nosotros mismos los que decidimos parar por la obligación también de la situación sanitaria. Pero como no nos podemos estar quietos surge la iniciativa del corto, yo veo el concurso por redes, lo planteo al grupo…

Para este cortometraje necesitábamos personas mayores, sobre todo para los dos actores protagonistas, y teníamos solo a uno de ellos, a Salvador, pero el otro personaje nos faltaba, así que se lo propuse a mi abuelo. Mi abuelo que es el protagonista del corto, el señor que tiene alzhéimer. Aquí sucede una cosa de estas de la vida, que el verano pasado, cuando estamos preparando el rodaje, mi abuelo sufrió un ictus. Entonces el proyecto quedó completamente parado, en standby, porque además a mí ya no me apetecía tanto rodar. No obstante, se recuperó maravillosamente bien, se lo cogieron a tiempo ,y aunque en un primer momento decían que iba a tener muchísimas secuelas se recuperó sorprendentemente rápido para los noventa y cuatro años que tiene. Pensamos que la vida le había dado una segunda oportunidad y decidimos aprovecharlo y rodar el corto. El resto de los actores, los dos chicos jóvenes y la cuidadora, son de la asociación.

El cortometraje se rueda en plena pandemia, ¿qué medidas de seguridad tomasteis?

Los mayores llevan mascarilla casi todo el rato, aunque hay un momento en el que se las bajan, pero era al aire libre y los separamos. Lo más complicado fue trabajar en exteriores en verano y con personas mayores. Aparte, como mi abuelo se estaba recuperando aún no podíamos repetir mucho las escenas. Elegimos días que hacía un poco menos de calor, pero aun así hacía mucho calor, aunque fuera a última hora del día. Fue un rodaje complicado en este sentido. Y los chicos jóvenes, como grabamos en un sitio perfectamente aireado, es una caseta que está en medio del campo, con la ventana y la puerta abierta había corriente y además ellos dos son convivientes con lo que en ese aspecto había un poco menos de problema.

¿Es vuestra primera experiencia audiovisual o habíais hecho algo anteriormente?

Yo he participado en un curso de cine de la escuela municipal de Cuenca capital, este curso se corta en marzo y es verdad que nos mandan una especie de trabajo final de curso y escribimos también un corto que se llama El Pastel. Este corto lo grabo yo con otra pareja que son convivientes y fue como un trabajo de fin de curso. Ese corto fue una aproximación y ya este segundo es lo que quisimos contar, acabamos de empezar.

¿Esperabais una respuesta tan positiva por parte del público?

Nosotros cuando ya trabajamos previamente y desarrollamos la historia, nos gustaba, la veíamos con fuerza. Es verdad que nosotros tenemos las limitaciones de ser una compañía amateur y gente con mucho entusiasmo, pero con menos medios técnicos, que sé que eso nos ha podido pesar. Y en cuanto al público, somos una asociación de cuarenta personas, cuarenta miembros de la asociación de teatro, sí que en esta zona de la comarca hemos actuado antes para bastantes colectivos sociales, tenemos una implicación palpable en el territorio y sí que tenemos unas redes sociales muy activas con muchos seguidores. Entonces sabíamos que en nuestros entornos más cercanos al final la gente te conoce, en el medio rural aunque somos pocos nos conocemos todos y entonces tuvimos ese primer respaldo, pero es verdad que después el incendio fue creciendo y llegamos a sitios que nosotros no esperábamos. Lo que sí pasaba era que mucha gente que nos seguía de nuestra zona era gente de más de cuarenta y cinco años y la mayor parte no usaban Instagram, eso sí fue complicado, pero no sabíamos que relevancia íbamos a tener así que contentos porque la gente se volcó muchísimo y además se volcó de corazón porque nos comentaban que les había gustado mucho. Puede haber gente que te vote por compromiso porque te conoce, pero que lo vaya pasando y que haga un poco suyo el proyecto compartiéndolo resulta sorprendente.

El cortometraje muestra diferentes realidades, por un lado, la solidaridad vecinal frente a la pandemia, pero también el conflicto por no poder tener cabida las personas LGBTIQ+ en la época que retrata. ¿Cómo ves la situación hoy en día en el medio rural frente a la diversidad sexo-afectiva?

En el medio rural voy a decir que el cine, o el mundo audiovisual, nos debe una. Creo que se extrapolaron estereotipos en los años setenta y ochenta sobre la gente de los pueblos que hoy en día afortunadamente no es la realidad. Hay gente como yo y gente de mi grupo que nos quedamos a vivir en un pueblo porque queremos y que para nada pensamos que quedarse en el pueblo es fracasar, ni tenemos una concepción peyorativa. Eso es algo que se puede cambiar y se debe cambiar a través de lo audiovisual, de la ficción y de lo cinematográfico. Debemos trabajar desde el medio rural para cambiar esa imagen, porque no es real, porque en mi grupo de teatro hay cuarenta personas que mantenemos una actividad brutal. Yo, que he estudiado en Madrid y he vivido en ciudades y me dicen que en el pueblo no hay nada que hacer, están completamente equivocados porque yo en un día juego al fútbol, ensayo con mi asociación de teatro, hago cortos… quiero decir que nos da tiempo a hacer muchas cosas porque tenemos tiempo, en cinco minutos paso de estar tomando algo con los amigos a ir al ensayo, a los entrenamientos o a lo que sea, porque no gastamos tiempo en los desplazamientos y eso es fundamental.

Mi pueblo no es un pueblo pequeño de cien habitantes, tiene siete mil y tiene una serie de servicios, habría que distinguir entre diferentes realidades, pero en ese caso asociaciones como esta, iniciativas como esta, que dinamitan los pueblos…. Una muestra es este corto, Salvador tiene ochenta y cinco años y los chicos tienen veintiún años y están en una misma actividad y tienen un mismo objetivo, se enriquecen del trabajo, del contacto mutuo, etc. La calidad de vida en los pueblos, y la pandemia lo ha demostrado, es algo por lo que yo quiero apostar y quiero abogar. El cortometraje es un ejemplo de esto, como la gente nos ha apoyado, sí que se genera ese sentimiento de colectividad frente al individualismo que se da más en la ciudad.

En cuanto al colectivo LGBTIQ+ es verdad que en algunos casos puede ir unos pasos por detrás, pero nada que ver con lo que fueron otros años, de los setenta u ochenta. Indudablemente puede ser un hándicap que se ubique en el medio rural, pero quiero romper una lanza por la gente LGBTIQ+ que se ha quedado en el medio rural y que abre camino y que está poniéndoselo más fácil a las nuevas generaciones que se encuentran en esta situación. Igual el primer cambio de sexo en un vecino llamó más la atención, pero el segundo seguramente ya menos y el tercero seguramente ya va a ser completamente normal. El sendero recorrido ha ido por detrás seguramente y habrá gente que se habrá marchado del pueblo porque quería esa libertad o no enfrentarse a ese tipo de situaciones, pero aunque puede haber gente retrógrada, como en todas partes, las nuevas generaciones y la gente joven que está en los pueblos y que tiene diversidad sexual de cualquier índole puede vivir perfectamente.

Créditos fotos: Paula Navarro, ayudante de dirección, Juan Navarro, cámara, y Manuel Martínez, sonido.