SOLO NOS QUEDA BAILAR

El pasado día 4 de febrero el grupo joven We Love fue invitade al pre-estreno de la película Solo Nos Queda Bailar, del director Levan Akin.

Aunque antes de entrar al cine todes compartíamos la incertidumbre sobre la trama de la película y solo sabíamos que trataba sobre la problemática que sufren las personas del colectivo gay en Georgia, tan pronto como entramos a la sala y comenzó la proyección nos quedamos sin habla. 

No nos gustaría destripar la película, ya que no podemos dejar de recomendarla. Aparte de la calidad de toda la producción y el grandísimo trabajo de los actores, es una historia que hace que te quedes sin aire cada cinco minutos. Está cargada de dramatismo y te mantiene en tensión, hace que se te pongan los pelos de punta, y no puedes evitar empatizar con la situación por la que pasan los protagonistas, siendo la mayoría de nosotres parte de la comunidad LGTB+ es difícil no pensar en cómo te comportarías tú en su situación. 

Incluso con la discriminación que siguen sufriendo las personas LGTB+ en nuestro país, podemos apreciar cómo poco a poco va cambiando la mentalidad en la sociedad. Estos avances en nuestro entorno hacen que te sorprenda ver cómo tratan esta problemática en un país como Georgia, y es que la película ha querido ser un fiel reflejo para exportar, a los espectadores internacionales, la realidad que se vive allí a diario, y que nos ayuda a tomar aún más conciencia de la necesidad de seguir luchando por la igualdad de derechos para las personas LGTB+ en el mundo.

ILGA World (Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex) realiza, anualmente, un recorrido por el mundo y la situación de las leyes de orientación sexual creando un mapa que nos permite ver, de manera intuitiva, cómo es la situación para el colectivo LGTB+ más allá de nuestras fronteras.

Este mapa está basado en los datos del informe “Homofobia de Estado” [ILGA World: Lucas Ramón Mendos, Homofobia de Estado 2019: Actualización del Panorama Global de la Legislación (Ginebra; ILGA, diciembre de 2019)]

Según este informe, aunque la tendencia mundial es despenalizar los actos sexuales consensuados entre personas del mismo sexo, aún se mantienen legislaciones en determinados estados que penalizan estas relaciones. En concreto, 68 países las criminalizan con penas que pueden ir desde los 8 años de prisión hasta la pena de muerte.

No solo eso, en 34 estados existen restricciones respecto a la libertad de expresión en temas relacionados con la orientación sexual, identidad y expresión de género y características sexuales. Por otro lado, 41 países restringen el registro y operación de organizaciones que trabajan problemáticas relacionadas con la orientación sexual.

Curiosamente, si analizamos la situación concreta de Georgia, en el año 2000 se eliminaron las disposiciones de sodomía vigentes durante la Unión Soviética. En 2014, se promulga una ley de eliminación de todas las formas de discriminación incluyendo, las relacionadas con la orientación sexual.

El director del filme cuenta que lo que le inspiró para hacer esta película fueron los ataques sufridos por los manifestantes del primer (y último) día del Orgullo LGTB+ celebrado en Georgia en 2013. Después de este incidente comenzó una profunda investigación sobre el porqué de este odio y rencor que tiene la población georgiana hacia las personas cuya orientación sexual (ni siquiera hablamos de identidad de género en un contexto como éste) difiere de la normativa. En Georgia, que en el pasado perteneció a la Unión Soviética, el 25% de la población es rusa y como consecuencia encontramos que la propaganda rusa anti LGTB+ tiene un gran calado en la sociedad.

En la película también podemos ver esa masculinidad exigida, en este caso, a los bailarines tradicionales, y que difiere mucho de lo que entendemos como masculinidad en España, y que en ambos países tiene un efecto nocivo sobre las personas que no cumplen los estándares. 

También habla sobre la importancia de la tradición, la clara separación por sexos y los respectivos roles que deben respetar, y que todo cambio que se intenta introducir en la sociedad es interpretado como una traición al país. ¿Os resulta familiar?

Durante el rodaje de la película se encontraron con un sinfín de obstáculos: las compañías de danza georgiana se negaban a trabajar con ellos alegando que “no existían bailarines homosexuales”; sacerdotes ortodoxos y simpatizantes de la extrema derecha georgiana convertían en una batalla las inmediaciones de un cine en la capital en protesta contra la película, quemando banderas LGTB+ y agrediendo a las personas que entraban a la proyección. 

Este reflejo de la sociedad georgiana que se nos muestra a través del filme nos lleva a otra cruda realidad. Aunque las leyes también educan y permiten el desarrollo de estados de derechos que respetan la igualdad de todas las personas, esto no garantiza una mayor seguridad para las personas del colectivo. El fuerte estigma social y la discriminación frente a las personas consideradas fuera del modelo cisheteronormativo continúan siendo elevadas, perpetuadas por la tradición, la cultura, la educación y la religión entre otras. 

Sin duda, esta película nos recuerda la importancia de nuestras acciones, de reivindicarnos y hacernos visibles y seguir luchando mano a mano para cambiar estas situaciones de homofobia y lgtbfobia institucional allá donde vayamos.