Porque la LGTBIfobia nos afecta a todos

El Día Internacional contra la Homofobia, Bifobia y Transfobia se celebra el 17 de mayo, fecha coincidente con la eliminación de la homosexualidad como enfermedad en las listas de la Organización Mundial de la Salud (17 de mayo de 1993).

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Historia de una lucha

Biologizar las diferencias para justificar la desigualdad y la represión ha sido una práctica común de la ciencia y de la medicina. Lo que la ciencia y la medicina han hecho con la sexualidad no convencional, lo han hecho también con las personas de raza negra, con los criminales, con los anarquistas, con los pueblos colonizados y con las mujeres.

Con el auge de la medicina en la Edad Contemporánea (1789- actualidad) la atención hacia la homosexualidad dejó de ser gestionada institucionalmente por sacerdotes y jueces para ser atendida por médicos ávidos de aplicar sus teorías de sanación. A finales del siglo XIXI y principios del siglo XX la comunidad científica empieza a editar múltiples libros acerca de la homosexualidad (causas, caracteres de los y las homosexuales, terapias…). Se instaura un cambio de paradigma: la sexualidad no convencional pasa de ser contra natura por su atentado contra la ley divina-es decir, contra el modo en que Dios ha delineado el mundo-, a ser contra natura por torcer los fundamentos de la biología.

La persona homosexual presentaba rasgos y caracteres más o menos establecidos (debilidad de carácter, traumas infantiles, obsesión por el sexo, inclinación por la mentira…). La práctica homosexual, una desviación que se podía corregir con ortopedias adecuadas, siendo las más recurrentes hasta 1972 trasplantes de tejidos testiculares de hombres heterosexuales, electroshock, cirugía cerebral para destruir secciones del hipotálamo, terapias de aversión (drogas al paciente que inducían a calambres y vómitos mientras iba viendo imágenes eróticas de personas de su mismo sexo) o inyecciones de andrógenos en fetos de sexo masculino.

En 1952 la APA (Asociación Americana de Psiquiatría) publica su primer Manual diagnóstico y estadístico de trastornos psiquiátricos, donde la homosexualidad aparece clasificada como un “trastorno sociopático de la personalidad”. Este tipo de enfermedad no requería que el individuo se considerase enfermo o que tuviera sensación de malestar. Bastaba con que su conducta fuera “reconocida” como patológica por su entorno. Ya no se trata de opciones personales que no pueden ser perseguidas, sino de patologías que hay que curar, opinen lo que opinen quienes las padecen. Dejamos atrás la noción de pecado para justificar la represión de la sexualidad no convencional mediante discursos sobre salud y enfermedad. La psiquiatría convierte las sexualidades no ortodoxas en enfermedades y así da argumentos a los juristas y a la sociedad para perseguirlas.

En 1957 Evelyn Hooker, profesora en la Universidad de California, realiza un notable experimento: pasar una serie de test psicológicos a un grupo de hombres, de orientación homosexual y heterosexual, y enviarlos a un grupo de control compuesto por doctores. Según la teoría científica del momento, la homosexualidad era una enfermedad mental que se podía ver en test y que tenía diferencias esenciales con la psicología de los heterosexuales. El tribunal al que Hooker entregó los resultados de los test no fue capaz de distinguir los realizados por los homosexuales de los heterosexuales. En otras palabras, los instrumentos científicos diseñados para detectar y medir una patología mental no detectaban ninguna en los hombres de orientación homosexual. La psicología de hombres homosexuales no se diferenciaba de las de hombres heterosexuales.

Pese a la difusión del experimento de Hooker, la comunidad científica oficial seguía considerando que las personas LGTB debían ser forzadas a tratamientos violentos hasta que asumieran una orientación heterosexual.

En medio de un periodo histórico donde mujeres y personas de raza negra defendían sus derechos frente al modelo cercenador del hombre blanco heterosexual, en 1970 un grupo de activistas estadounidenses decide iniciar una serie de protestas periódicas en congresos de psiquiatría para denunciar la inquisición clínica hacia las personas homosexuales. La comunidad médica reacciona y en 1973 la APA elimina la homosexualidad dentro de su manual de enfermedades, con un 58% de los votos a favor, si bien habría que esperar hasta 1993 para que la OMS dejara de considerar la homosexualidad como enfermedad.

En 1994 el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidasdictamina que las leyes que prohíben la homosexualidad violan el derecho a la privacidad y a no sufrir discriminación.

En 2000 se aprueba la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, que prohíbe por primera vez la discriminación por motivos de orientación sexual.
Poco a poco la no discriminación hacia personas homosexuales, bisexuales y transexuales se cuela en la agenda política de los partidos progresistas gracias al trabajo valiente y constante de activistas, de asociaciones LGTB y de Amnistía Internacional.

Países Bajos (2001), Bélgica (2003) y España (2004) son los primeros países donde se aprueba el Matrimonio Igualitario. Gran Bretaña despenaliza la visibilidad de la homosexualidad en 2004 (desde 1982 había una ley que castigaba los actos homosexuales en público y su propaganda). En la actualidad el matrimonio igualitario está aprobado en dieciocho países, varios estados de Estados Unidos y cuatro entidades federativas de México.

España aprueba la Ley de Identidad de Género en 2007, que supone un tímido avance en los derechos de personas transexuales, si bien las personas transexuales aún deben sortear un sinnúmero de obstáculos legales, sanitarios y sociales, además de que la OMS se las siga considerando portadoras de enfermedad.

Efectos de la LGTBIfobia

La LGTBIfobia nos afecta a todos, por la obligación de seguir las reglas de género. Aunque seamos heterosexuales, todas las mujeres y todos los hombres somos susceptibles del insulto, y por tanto pensamos que debemos revisar nuestra actitud para sentirnos seguros y alejarnos de actitudes sociales no bien vistas.

La bifobia, homofobia y transfobia conllevan para sus afectados más directos:

• dificultad para desarrollar vínculos sexuales y emocionales adaptados a sus verdaderas necesidades
• problemas de autoestima
• abuso de alcohol y de sustancias como coartada para expresar el deseo
• falta de autocuidados en la salud sexual
• aceptación de maltrato, a veces por parte de personas conocidas
• escasez de redes sociales
• sobreesfuerzos por encajar en una relación heterosexual o en los modelos oficiales de feminidad y masculinidad
• maniobras para rechazar su propia sexualidad o identidad de género
• seis veces más probabilidad de suicidio durante la adolescencia
• tres veces más probabilidades de contraer una depresión que una persona heterosexual
• ansiedad ante el estereotipo extendido del homosexual/transexual incapaz de una vida afectiva plena y que termina sus días en una soledad insoportable;
• agresiones directo de todo tipo como burlas, palizas, violaciones, asesinatos…

En países como el nuestro las personas transexuales se ven obligadas a seguir una discutible evaluación psiquiátrica si quieren optar al proceso de cambio de sexo. Amnistía Internacional denuncia cada año que más de 70 países persiguen aún a los homosexuales, siendo 7 los que los condenan a muerte. El reconocimiento legal del sexo y género en los documentos identificativos, no es posible en más de 15 países europeos. No obstante más treinta países si lo contemplan, de los cuales unos 20 exigen por ley una esterilización forzosa, entre ellos Bélgica, República Checa, Rusia, Italia, Finlandia, Alemania, Francia o España. 19 países requieren como requisito previo el divorcio de la persona trans si estuviera casada. Sólo 9 países protegen a la comunidad trans de los crímenes de odio, en unos 15 países no permiten el matrimonio tras el reconocimiento legal del sexo y género y solo 5 países reconocen el asilo por cuestiones de persecución por identidad de género. La OMS condenó a principios de junio 2014 la esterilización forzosa de las personas transexuales e intersexuales como paso previo a su reconocimiento legal y pidió su eliminación. El observatorio de mujeres trans asesinadas, cuyo campo de investigación abarca EEUU, América Latina, Europa, Turquía y Australia, registró en 2013, 238 asesinatos a mujeres transexuales.

Los homosexuales y bisexuales son perseguidos por ley (incluyendo la pena capital en algunos casos) en más de 70 países, según el último informe de ILGA, la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales y Personas Intersex (LGBTI). Asia, África y América Latina son un infierno para el colectivo LGTB, pero no podemos olvidar que en países como el nuestro hay una desigualdad que entorpece los derechos de sus afectados.

No hacen falta leyes punitivas para castigar a las personas LGTB. Basta con invisibilizarlas y alejarlas del “imperio de la norma”. Una persona adolescente o infante con una orientación no heterosexual y/o con una identidad de género distinta a la asignada socialmente va a crecer en un entorno con faltas de referentes en su familia, instituto, medios de comunicación, vecindad. Esto genera sensación de diferencia y aislamiento, y a veces de vergüenza. Todavía seguimos escuchando insultos como “maricón” o “marica”, o bromas acerca de la homosexualidad. El espacio del deporte sigue siendo enemigo de la diversidad. Aunque una persona LGTB no haya sido nunca agredida directamente, el mero hecho de saber que puede ser atacada si visibiliza su orientación sexual tiene el sabor y los efectos de la violencia. La LGTBIfobia es tan fuerte que no hace falta que actúe para estar siempre ahí.

¿Y en España?

ACNUR recomienda España como país de asilo para personas transexuales, bisexuales y homosexuales.

El informe del 2013 titulado «The Global Divide on Homosexuality» (División global sobre la homosexualidad), señala que un 88% de los españoles cree que la homosexualidad debe ser aceptada por la sociedad, lo que convierte a España en el país con mayor aceptación de homosexualidad.

En España dos de cada tres católicos acepta el Matrimonio Igualitario (estudio internacional de Univisión, 2013).

El 12% de la población española considera la homosexualidad como algo que está mal (CIS, 2012), lo que es un dato positivo si consideramos que en 1994 la población española partidaria de castigar la homosexualidad alcanzaba el 63% (CIS, Estudio 2113, 1994).

El 6% de la población española considera la homosexualidad como algo moralmente inaceptable (Pew Research, 2014).

Sin embargo las agresiones a bisexuales, homosexuales y transexuales siguen estando presentes. Sin ir más lejos, el pasado mes de Abril en el centro de Madrid cuatro jóvenes que caminaban agarrados entre ellos fueron agredidos hasta en tres ocasiones.

La Secretaria de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior reconoce que el delito de odio más frecuente en España es el de homofobia, y eso pese a que más del 90% de las agresiones no se denuncian. La Asociación Nacional para la Defensa del Trabajador (ANDET) asegura que el número de casos LGTB atendidos por su organización creció un 65% en 2013. Muchas personas bisexuales u homosexuales siguen ocultando su orientación sexual, algunos incluso bajo una coartada de pareja heterosexual. Los homosexuales o bisexuales que no encajan con los modelos de identidad de género tradicional son objeto de burla, incluso dentro de la comunidad LGTBI (“!camionera!”, “!plumífera!”).

El Estudio “homofobia en las aulas” (2013) de COGAM, con un total de 37 centros educativos y 5.272 alumnas y alumnos encuestados, señala que el 80% del alumnado oculta su orientación sexual en clase por miedo al rechazo y sólo el 15,5% del alumnado considera que recibiría el apoyo del resto de la clase en el caso de enunciar su orientación homosexual o bisexual.

El Informe sobre delitos de lgtbfobia (2013) nos informa que el 93% de los agresores son personas conocidas por la víctima.

Según el estudio de Cogam “Jóvenes LGTB” (2009) el 21,2% de los jóvenes ha sufrido violencia psicológica dentro de su núcleo familiar, y vejaciones e insultos en el espacio público el 58,7%; golpes el 7%. Solo el 45 % ha contado o cuenta con el apoyo de su madre; el 32% el de su padre.
El Estudio 2013 sobre Discriminación por orientación sexual e identidad de género en España enuncia que:

– El 45% de la población participante se ha sentido discriminada en un establecimiento o espacio público. El 65,8% no adoptó ninguna medida por miedo a revelar su orientación sexual.
– El 31% ha sufrido discriminación en su trabajo (el 72% bromas, el 20% le han imposibilitado ascenso, 24% acoso, 47,50% trato discriminatorio). El 67% se quejó ante la empresa o sindicato, pero sólo dio un resultado positivo al 15%.
– El 76% ha sufrido discriminación en su centro de estudios; ejercida por sus compañeros/as (92,8%). El 26,9% menciona también como agresor al profesorado.
– Más del 55% de las personas transexuales tratadas en centros de salud pública consideran que el trato no ha sido correcto.

Tareas para los derechos humanos

Consciente de la importancia de la educación para combatir el sexismo, desde Apoyo Positivo desarollamos una serie de talleres en institutos. Nuestro proyecto dance4life conciencia sobre la salud sexual, la diversidad y los derechos sexuales y reproductivos potenciando una ciudadanía activa y comprometida.

Asimismo, gestionamos el servicio de prevención y diagnóstico precoz de VIH y de otras ITS en centros de salud de la Comunidad de Madrid, ofreciendo sesiones formativas a los agentes sanitarios y administrativos, atendiendo las demandas de sus usuarios y fomentando la visibilización de la diversidad en centros de Atención Primaria.

En Apoyo Positivo seguiremos trabajando junto a un buen número de asociaciones relacionadas con la diversidad y el género para que a nivel político:

1. El Gobierno de España apruebe la Ley de Igualdad de Trato que no se aprobó en 2012.
2. La Comunidad de Madrid acepte la ley contra la discriminación en población LGTB, rechazada en 2013, y la ley integral de transexualidad, no aceptada en Mayo de 2014.
3. Los organismos internacionales de medicina y psiquiatría dejen de considerar a la transexualidad como una enfermedad, lo que conllevaría una mejora de los protocolos de atención a personas transexuales.

Si apoyamos a partidos políticos y a asociaciones que trabajan para una sociedad libre de LGTBifobia, la igualdad social y real estará cada vez más cerca. Se acercan las elecciones municipales y autonómicas. IU, PSOE, Podemos y muchas de las agrupaciones municipales ciudadanas llevan en sus respectivos programas planes para apoyar la diversidad afectivosexual y sexogenérica desde múltiples recursos y agentes. Estaremos pendientes.

La transfobia, bifobia y homofobia siguen vigentes y han desarrollado mecanismos menos explícitos para dejar sus marcas, pero sus micromanifestaciones nutren toda una cosmología que impide que vivamos en una sociedad libre y justa de verdad. Celebremos el 17 de Mayo, por todos los activistas que hicieron historia, por todas y todos que no pueden disfrutar de un proyecto de vida adecuado a sus derechos básicos, por las victorias que se irán sucediendo. Porque cuán especial es saber que el camino hacia la igualdad real y social para las personas LGTB sigue para adelante. Caminamos y avanzamos.