El pasado 10 de diciembre celebramos un nuevo Día Internacional de los Derechos Humanos. La promoción y protección de éstos ha sido una de las mayores preocupaciones para las Naciones Unidas desde 1945, fecha en la cual los países fundadores de la Organización, acordaron impedir que los horrores de la Segunda Guerra Mundial se reprodujesen. Tres años después, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Asamblea General enfatizó que el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de la persona «son los fundamentos para la libertad, justicia y paz en el mundo».
Aún siendo un motivo de noticia casi diaria, los derechos humanos fundamentales y, entre ellos, los derechos sexuales y reproductivos, no son algo, por tanto, que acabe de saltar a la agenda de nuestros políticos.
En el caso de estos últimos, los derechos sexuales y reproductivos, todo comienza en 1994 con la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD) de El Cairo, donde más de 180 Estados participaron en las negociaciones para finalizar el Programa de Acción en el área de población y desarrollo para los siguientes veinte años.
El Programa de Acción fue un nuevo enfoque sobre la población, que colocaba a los seres humanos en el centro del proceso de desarrollo. Garantizaba losderechos individuales, incluidos los derechos con respecto a temas de sexualidad personal.
Los países participantes acordaron que la población y el desarrollo están, de forma indisoluble, unidos y que el dotar de mayor poder a la mujer y tomar en cuenta las necesidades de la gente en lo relativo a la educación y la salud, incluyendo la salud reproductiva, son necesarios para el avance individual y un desarrollo social equilibrado y justo. Avanzar en la equidad de género, eliminar la violencia contra las mujeres, y asegurar la capacidad de éstas para controlar su propia fertilidad, así como el respeto a cualquier orientación sexual, son las piedras angulares de éstas políticas. Las metas concretas se centraron en proveer educación universal y cuidado a la salud reproductiva que incluyese la planificación familiar, así como la reducción de la mortalidad materna e infantil.
Este programa de acción para los futuros veinte años, que será revisado en 2014, especifica un conjunto de metas que todos los países se comprometieron a conseguir, en el área de la salud, de la mejora de la condición de la mujer, de los derechos sexuales y del desarrollo social.
Entre los objetivos fijados están:
- Permitir antes de 2015 el acceso universal a los servicios de salud reproductiva, incluyendo la planificación familiar y la salud sexual.
- Asegurar la educación primaria para todos antes de 2015 e intentar suprimir la diferencia entre las tasas de escolarización de los niños y niñas en la enseñanza primaria y secundaria.
- Reducir a menos del 35 por 1000 de nacidos vivos la tasa de mortalidad infantil y a menos del 45 por 1000 la tasa de mortalidad de los niños menores de 5 años antes de 2015.
- Disminuir las tasas de mortalidad materna de 1990 a la mitad antes de 2000, y otra vez a la mitad antes del 2015.
- Elevar la esperanza de vida al nacer a 75 años o más antes del 2015.
Desde entonces, veinte años no han sido suficientes para que la coherencia política de aquellos países firmantes dibuje un mapa de diversidad e igualdadnecesario para el desarrollo de nuestra sociedad en los términos que necesita.
Casualmente, el pasado martes, 10 de diciembre, el Parlamento Europeo ha vuelto a rechazar un informe sobre la salud sexual y reproductiva que, entre sus disposiciones, defendía el derecho de la mujer al aborto seguro y pedía a los gobiernos europeos que asegurasen la educación sexual en la enseñanza obligatoria, que en algunos países, como España, no forma parte del programa educativo.
El Informe Estrela, que recibe su nombre de la eurodiputada y autora Edite Estrela, sufrió su segundo batacazo en este parlamento, tras evitarse su primera votación, el pasado mes de octubre, por la oposición de los partidos más conservadores.
A pesar de aquel marco de políticas y estrategias de 1994 y las numerosas revisiones y conferencias donde se ha avanzado en el desarrollo de aquellos objetivos, como la pasada Conferencia Mundial de Jóvenes de Naciones Unidas en Balí (2012), los dirigentes de nuestro país y los homónimos del Partido Popular Europeo votaron, de nuevo, en contra de los derechos de su población.
En concreto, esta votación ha llegado a menos de dos semanas de que España promueva una nueva legislación altamente restrictiva respecto al aborto y, en consecuencia, en contra de los derechos de la mujer en nuestro país.
No es más que un nuevo paso para evitar una sociedad igualitaria por la que muchas personas trabajamos, día a día, mientras otros se oponen con leyes o normativas como esta, u otras como las que limitan, por ejemplo, el acceso a lareproducción asistida a mujeres solteras o lesbianas en España, o normativas discriminatorias para personas LGTB o que viven con VIH.
Ese mismo 10 de diciembre de 2013, Día Internacional de los Derechos Humanos, que de nuevo se limitaban a nivel político, el mundo despedía a “Madiba” en Johanesburgo.
Muchos de los responsables de los partidos que se oponen al cumplimiento de aquellos acuerdos firmados y que secundan en sus sucesivas revisiones, se quisieron hacer la fotografía para despidir al último icono vivo de la lucha porlos derechos humanos y los derechos sexuales y reproductivos de la población, Nelson Mandela.
Un nuevo ejercicio de nula transparencia e incoherencia de quienes tienen que velar por nuestras vidas y derechos.
En memoria de Madiba y en la de su lucha, sólo podemos seguir utilizando todos los medios de los que disponemos para reivindicar el cumplimiento de lo acordado.
Algo que no es más que justicia humana.
Algo que nos ayude a evitar que sucesivos 10 de diciembre sean días internacionales de los derechos sólo de algunos humanos.
Buen viaje compañero y gracias por enseñarnos que el mundo está lleno de personas que lo hacen más grande que su propia dimensión física.