ChemSex: mefedrona, tina, G y sexo

ChemSex es un término sexual cada vez más familiar en el colectivo de hombres gais. Un término que llega desde Estados Unidos y se introduce en Europa a través de Inglaterra, y cuyo significado está en la propia composición de su nombre: sexo y drogas químicas.

chemsex

Inicialmente se ha contextualizado en entornos determinados, como saunas, pero, sobre todo, en domicilios privados donde se dan cita hombres para consumir este tipo de sustancias y mantener relaciones sexuales. Las nuevas tecnologías son otro factor característico de esta nueva forma de gestionar las prácticas sexuales, ya que muchos de estos encuentros se organizan o se publicitan en las denominadas app o en páginas relacionadas.

Pero, ¿qué es realmente el ChemSex?

Lo mejor para poder entender y valorar lo que supone esta práctica es conocer toda la información posible. En nuestro blog ya hicimos una incursión en una práctica dentro del ChemSex, el Slam (que podéis consultar en este enlace), que supone el modo de consumo de una de estas sustancias, la mefedrona. Sin embargo, este fenómeno supone algo más allá que tenemos que empezar a tener muy en cuenta en la prevención de ITS, pero también observar las consecuencias que pueda estar ocasionando en la salud psicológica y social de personas del colectivo LGTBI.

QUÉ ES EL CHEMSEX

ChemSex no es lo mismo que el uso recreacional de drogas. Es una forma específica de uso.

Se define por el uso de tres drogas concretas (“chems”) en un contexto sexual. Esas tres drogas son las denominadas mefedrona, tina y G:

  • Mefedrona
  • Metanfetamina
  • GHB/GBL

El ChemSex supone el uso de una o más de esas tres drogas, combinadas de cualquier forma, para facilitar o mejorar la práctica sexual, con el posible consumo de otras drogas.

Los encuentros pueden llegar a prolongarse varios días, en los que los participantes apenas tienen necesidad de comer o dormir. El componente de desinhibición sexual que producen facilita la práctica de sexo más extremo, durante más tiempo y con más de una persona, con una alteración de la percepción de riesgo de contraer una ITS, como el VIH o la hepatitis.

Incluso la forma de administración de algunas drogas ocasiona el intercambio de jeringuillas, aumentando más el riesgo.

Visto de esta manera parece un tipo concreto de práctica algo específica y en determinados contextos, pero el consumo de estas drogas, la noche y las fiestas, junto a la celebración de los denominados chill outs, tiene mucho que ver con una forma de ocio común dentro del colectivo LGTBI, especialmente entre hombres gais de grandes ciudades, como Madrid o Barcelona, o en lugares con una comunidad LGTBI visible o festivales del circuito homosexual.

Las principales razones para participar en este tipo de práctica, o para tener algún tipo de ocio cercano a ellas, son similares a las del uso de otras drogas:

  • Sentirse sexualmente más liberado y la sensación de superar problemas de intimidad, vergüenza o pudor sexual.
  • Hacer frente al estigma relacionado con el VIH y la hepatitis C.
  • Evadirse y querer superar problemas del pasado, incluido el abuso sexual.
  • Como respuesta a la propia homofobia interiorizada.
  • Querer disfrutar de mejor sexo y durante más tiempo.
  • La soledad.
  • La búsqueda de pertenecer a un grupo, de ser aceptado por otros.
  • Buscar afirmación sexual.
  • Porque “todo el mundo lo hace”.
  • Porque es un gancho en el mundo 2.0.
  • Por la influencia del entorno o grupo.

En resumen, el ChemSex comienza a ser una consecuencia de tres factores:

  • Tres sustancias de consumo.
  • Las nuevas tecnologías: apps. El cruising cambia de escenario y se dispara.
  • Y un cambio en la conducta sexual.

El consumo frecuente de estas sustancias, y en este formato, ocasiona unos efectos secundarios, durante el consumo y posteriormente, algunos de ellos más severos que los de otras drogas de uso común.

El ChemSex está asociado a:

  • Sexo prolongado durante horas. Una sesión puede terminar después de varios días ya que es común no dormir.
  • Algunas veces son sólo dos personas las que se prolongan en la práctica sexual durante mucho tiempo. Otras veces son un grupo de hombres. Gente nueva se une al grupo a lo largo de su duración o dejan la fiesta después de horas.
  • Existe una desinhibición sexual extrema. Normalmente se hacen cosas que sin ese consumo nunca se harían. Y el sexo con condón importa menos.
  • Los efectos secundarios pueden ser: paranoia, psicosis y bloqueos y pérdidas de conocimiento o memoria.
  • Al no ser conscientes pueden, a la vez, no ser capaces de dar su consentimiento a la práctica sexual.
  • La interacción entre diferentes drogas puede ocasionar graves consecuencias o inducir un coma (como en la interacción entre el alcohol y el GHB/GBL)
  • La mefedrona y otras sustancias se comienzan a consumir, de modo frecuente, inyectadas, lo que puede derivar en el intercambio de jeringuillas y la exposición a infecciones como la hepatitis o el VIH.
  • Las ITS son más frecuentes, con mayor incidencia del VIH, hepatitis B y C y sífilis, aunque otras muchas son también comunes.
  • Aumenta el consumo de la PEP: la profilaxis post-exposición, es decir, el tratamiento antirretroviral que se puede dar hasta las 72 h. de la práctica de riesgo (con prioridad en las primeras 24h.) y es de acceso gratuito en hospitales.
  • Aumentan las reinfecciones de hepatitis.
  • Se reduce la adherencia al tratamiento, factor que altera las cargas virales del VIH en sangre.
  • Se comienza a descubrir su impacto a corto y largo plazo siendo causa de depresión crónica, ansiedad, pérdida significativa de peso, paranoia, psicosis, etc.
  • Se altera el ritmo de vida y se pierde el control de su gestión, afectando a diferente áreas como el trabajo, deudas, residencia, parejas o amigos.

Los diferentes estudios del impacto en salud de esta práctica permiten afirmar que los hombres que utilizan este tipo de sustancias en sus prácticas sexuales tienen mayor prevalencia de nuevas transmisiones de VIH que aquellos que no las consumen (Diguisto & Rawstorne 2013; or Mayer et al, 2006).

Desde nuestra entidad, creemos que este tipo de prácticas deben de ser consideradas dentro de los planes de prevención de ITS y trabajar cerca de la comunidad en la reducción del impacto de las mismas, y en la educación en salud y prevención de infecciones del colectivo, dando respuesta a las necesidades específicas y necesarias para el control de infecciones como el VIH o la hepatitis.

Para ello estamos iniciando un proyecto de sensibilización sobre ChemSex y los nuevos perfiles de infección, que iniciamos algunas entradas informativas en el blog. Tiene como objetivo crear materiales informativos que lleguen de manera sencilla a la comunidad, incluyendo la traducción de materiales ya existentes. Este proyecto cuenta con el asesoramiento de David Stuart, director de 56 Dean Street, único centro específico de asistencia relacionada con el ChemSex en Londres. Podéis consultar sus materiales en su web (inglés).

En próximas entradas del blog os acercaremos más aspectos relacionados con elChemSex y la implicación que todo tiene con necesidades de la comunidad LGTBI que no están siendo visibilizadas ni atendidas. El vídeo que os dejamos está en inglés, porque en la actualidad no existen materiales sobre el tema en español, pero estamos trabajando en su traducción.

De momento, si después de leer esta entrada del blog te apetece contarnos algo y que te echemos un cable, puedes escribirnos a info@apoyopositivo.org o llamar al 913581444.

Estamos aquí para que cuentes con nosotros.