El final de 2017, y sobre todo este 2018, nos está acercando a una nueva percepción del VIH en el cine necesaria, no sólo para romper la perpetua discriminación relacionada y visibilizar algo que todavía supone un problema, sino para mostrar una imagen que, durante años, las pocas veces que era reflejada en el celuloide, ha estado condenada a la tragedia y el propio estigma.
El cine no ha sido precursor de la epidemia, de hecho son pocos los títulos que se recuerdan relacionados con el VIH y la mayoría, pertenecientes a la primera etapa del virus, están cargados de clichés: hombres cisexuales homosexuales blancos, reflejando muy pocas aristas de la realidad de una pandemia que ha acabado con más de 35 millones de personas alrededor del mundo, especialmente en los países con menos recursos.
Verano 1993 o 120 pulsaciones son algunos ejemplos de esas otras perspectivas del VIH. La primera nos ofrece una visión sobre el virus en la infancia. Esas generaciones de niños y niñas que vivieron directa o indirectamente la mayor crisis sanitaria de los últimos años, muchos de los cuáles perdieron a sus padres y tuvieron que ser cuidados por abuelos u otros familiares.
120 pulsaciones por minuto habla de muchas realidades del VIH, pero, sobre todo, de algo que merece un lugar remarcable por su importancia en toda la sociedad: el activismo comunitario de las personas afectadas por el virus.
El activismo VIH supone la mayor participación activa del paciente en la historia de los diferentes sistemas de salud a nivel mundial. Más de 30 años de pandemia y urgencia, han propiciado una relación clínica-comunidad en la que el papel de la persona con VIH ha sido crucial para el rápido avance científico.
Siempre lo decimos, el VIH es el mayor éxito sanitario de la historia, en tiempos de control y respuesta. Sin embargo, se ha hipotecado la aceptación social en pro de la clínica. El estigma sigue siendo casi como el primer día y la lucha de hace más de 20 años sigue vigente hoy, como podemos ver en el abandono de muchas administraciones a la respuesta al VIH. #MadridNecesitaApoyo
Gracias a la invitación de la distribuidora de la película, AVALON, y como parte del programa educativo joven WE LOVE, nuestros grupos de Málaga y Madrid han tenido la oportunidad de ver 120 pulsaciones por minuto y han querido reflejar su experiencia a través de un video, en el que nos cuentan su experiencia con el filme y su visión desde el punto de vista de una generación alejada del principio de la epidemia en los años 90.
Hoy en día siguen vigentes muchas de las reivindicaciones de la película 120 pulsaciones por minuto, no sólo las relacionadas con el VIH sino también con la homofobia. Y aunque nos parezcan exageradas ya escenas como cuando cura a la niña de Verano 1993 una herida con guantes de fregar, no son pocos los profesionales que siguen atendiendo a personas con VIH con doble guante de latex o prácticas surrealistas a estas alturas, como unos bomberos en España que quemaron el pasado año un sofá donde había restos de sangre de una persona con el virus.
Necesitamos hablar de VIH y, por ello, necesitamos cine sobre el VIH, las comunidades afectadas, la salud sexual y la diversidad.
Desde Apoyo Positivo intentamos aportar nuestro granito de arena a través de INDETECTABLES, nuestra serie de ficción sobre la salud sexual, el VIH y la diversidad, que justo se encuentra en pleno rodaje de la segunda temporada, ESTIGMA, donde abordaremos las diferentes formas de vivirlo respecto al VIH.